Contar con dos megaestrellas en el elenco de una película es un desafío al que se quiere enfrentar cualquier cineasta.
Y con esa suerte corrió el director Victor Levin, quien logró reunir para su película La boda de mi ex (Destination wedding) a quienes ya son amigos y cómplices en la vida real: Winona Ryder y Keanu Reeves.
Según Levin, después de haber actuado juntos en tres películas, Reeves y Ryder tienen una gran dinámica en pantalla que refleja su amistad fuera de ella. “Su relación era un activo enorme”, asegura.
Y algo que caracterizó el backstage del film fue la decisión de Levin de que los personajes de Lindsay y Frank fueran los únicos que hablaran en la película.
“La química entre Keanu y Winona es el corazón de la película, y juntos son brillantes”, sostiene. “La boda sucede a su alrededor, pero en realidad no forman parte de ella”, argumenta. La idea de un mano a mano se le ocurre a Levin durante el proceso de filmación. Una decisión audaz que a su vez simplificó el proceso de dirección.
Los opuestos se atraen
Lindsay y Frank se conocen cuando, obligados, asisten a una suntuosa boda de tres días en un viñedo. Entre humor sarcástico y bromas ingeniosas, pasarán de odiarse a sentir una inesperada atracción entre sí.